martes, 12 de julio de 2011

Historia viviente y contada por los que la vivieron y fueron testigos


Por la curiosidad e insistente pregunta de muchos, les adjunto una aclaratoria escrita por el Gral. retirado Ing. Fernán Reyes Zumeta, testigo presencial del acto en 1972, a El Nacional.
Muchos saludos,
Dos Mundos / Camintlasurca

Distinguidos periodistas Lissette Cardona y Simón González, al leer con atención la página 3 del diario el Nacional de fecha 20 de julio de 2010, pude notar que en la cronología “Bolívar después de su muerte” faltaron dos hechos históricos muy importantes de testigos vivientes y presentes, cuyo silencio hacen desvanecer con el tiempo nuestra historia verdadera.

Primer hecho:

El 17 de diciembre de 1930, para la celebración del centenario de la muerte del Padre de la Patria, el General Juan Vicente Gómez, Presidente de los Estados Unidos de Venezuela, había ordenado modificar la cripta del Libertador, y la colocación del ataúd perpendicular a la estatua de “Tenerani” (escultor italiano) que en acto público se hacía conocer. En la ceremonia se abrió el sarcófago y se cambió el pabellón nacional.

Segundo hecho:

Ustedes dicen que el presidente Rafael Caldera, el 27 de diciembre de 1972, había cambiado el sarcófago por uno de plomo. Esto es falso y para ello hay que recorrer la historia: “en el año de 1842, el General en Jefe José Antonio Páez, creador de la República, recibe con honores los restos del hombre que pudo liberar cinco naciones, que regresaba a su patria para descansar su alma con sus padres, enterrados en la Catedral de Caracas. En ningún momento podría decirse que en el Panteón Nacional no estaban los restos del Libertador, porque en Santa Marta, cuando la exhumación se efectuó, José María Vargas y el médico Próspero Reverend estaban presentes. El cuerpo fue colocado dentro de tres urnas: la de plomo al vacío, la de bronce cubriendo la de plomo y por último la de roble, que se exhibió al pueblo caraqueño en el Te Deum de San Francisco, porque fue la iglesia donde recibió el título de Libertador en el año 1813, y luego en la Catedral de Caracas para su enterramiento” .

Esta parte de la historia es para aclarar que nunca se quitó la urna de plomo, sino ahora con la exhumación reciente efectuada por el presidente Hugo Chávez.

El presidente Rafael Caldera nombró una comisión para preparar la apertura del sarcófago del Libertador y cambiar el pabellón nacional de acuerdo al decreto del presidente Guzmán Blanco: “cada 20 años el Presidente en ejercicio debe cambiar el pabellón nacional en acto público, en el Panteón nacional”.

La comisión nombrada: ministro de Relaciones Exteriores Arístides Calvani e Interiores Octavio Andrade Labarca, Secretario General de la Presidencia Luis Alberto Machado, director del Ceremonial y Acervo Histórico de la Nación Marco París del Gallego, el Padre jesuita Barnola y mi persona, como ayudante general de la Casa Militar de la Presidencia. Al final llegamos a participarle al PRESIDENTE que el acto público era bastante difícil, porque se estaba trabajando para reorganizar el Panteón Nacional: el sarcófago de acero del General en Jefe José Antonio Páez, que estuvo abandonado por muchos años en un depósito de New York sin reclamo, estaba fuera de la fosa para ser reenterrado exhibiendo su nueva lápida; la urna del General José Tadeo Monagas, en malas condiciones, también para ser exhumado y cambiarlo de posición. Se eliminó el acto público, el presidente Rafael Caldera decidió el privado.

A las nueve de la mañana del día 23 de diciembre del año de 1972, se presentó el presidente Rafael Caldera, con sus edecanes de guardia, frente al sarcófago del Libertador, abrió la tapa, los directores de protocolo la alzaron y el Presidente alcanzó el pabellón para ser guardado en la Casa Militar. Allí estaban los restos del Padre de la Patria, cubiertos de plomo por derretimiento del metal dúctil de su urna, desde el cráneo hasta las extremidades inferiores, su esqueleto completo. Todos lo observamos con emoción, veneración y respeto; para mi fue algo indescriptible y sorprendente. Siguiendo el acto protocolar, el Padre Barnola dio las bendiciones eclesiásticas, luego el presidente Rafael Caldera colocó un estandarte de seda con flecos dorados en los restos, se bajó la tapa del sarcófago y el Presidente la cerró herméticamente.

Fui testigo viviente y presente del segundo hecho, lo cual agradezco leer con detenimiento y usar su medio, para que los venezolanos sepan la verdad de algo que nunca hizo el presidente Rafael Caldera con los restos del Padre de la Patria.

Fernán Reyes
Zumeta ; ; C.I. 277250

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